lunes, 29 de septiembre de 2008

Cádiz

Llegamos enarbolando bandera francesa. Había ordenado a mis hombres que baldearan la cubierta y que cambiasen sus ropas por otras que habíamos encontrado en unos baúles arrebatados a un mercante francés, debajo de las cuales habíamos encontrado la valija del gobernador de Martinica y una buena cantidad de barras de oro, destinadas, sin duda, al soborno de algún alto cargo cuyas influencias mantendrían al gobernador en tan privilegiado cargo y enriquecerían aún más al presunto hombre influyente. Por desgracia, no llevaban nada de ron a bordo, malditos franchutes: sólo un afeminante pastis y algunos tintos bordeleses en el camarote del capitán, más propios de la mesa de un delicado pitiminí que de una tripulación de aguerridos bucaneros. De todas formas, a mi loro Felipe le gustó el pastis y dió buena cuenta de él a lo largo
de los meses siguientes (siempre sospeché de los "prontos raritos" de este loro).
Anclaríamos al final del muelle y, vestidos como marinos franceses, yo y seis o siete de los míos que saben francés y algo de español (aunque la gente de estos lugares habla con un acento extraño, omitiendo muchas letras y con una velocidad de todos los diablos) bajaríamos a tierra. Nuestro objetivo era obtener información acerca de un cargamento de barricas de Sherry, por parte de unos genoveses, con destino a Bristol:


lo interceptaríamos y negociaríamos el vino con los traficantes ilegales, que pagarían gustosos un "precio razonable" con tal de eludir los impuestos con los que el ministro de finanzas de su Graciosa Majestad gravaba este tipo de mercancías, sobre todo en estos tiempos de inestabilidad política, donde una guerra puede surgir en cualquier momento y los contendientes lo mismo pueden encontrase en un bando, tan pronto estar luchando en el otro contra sus antiguos aliados, ahora enemigos.

Las estrechas calles de Cádiz estaban llenas de gente. La ciudad vivía un momento de esplendor, por el trasiego de personas y mercancias camino de Canarias primero y a América después. Su puerto presentaba una enorme actividad y numerosos almacenes y vendedores de cualquier cosa, salpicaban los alrededores. La taberna en cuestión estaba entrando en una calleja frente al Paseo del Perejil*, entre el Castillo de Santa Catalina y el Baluarte de la Candelaria. No nos costó mucho encontrarla, la gente de estas tierras es amable y abierta y no tardamos en dar con un muchacho, de tez morena y pelo enmarañado, que nos acompañaría hasta la misma puerta a cambio de algunas monedas de cobre. El lugar estaba repleto; alrededor de las mesas se sentaba una multitud ruidosa y variopinta, marineros y pescadores que cerraban sus tratos entre tragos de vino y aguardiente, mezclados con otros parroquianos, seguramente lugareños, que reunidos en corro, batían palmas y jaleaban a uno que había roto a bailar en medio de ellos, con una extraña danza enrevesada y de diabólico ritmo, mientras otro cantaba dando voces y gemidos ininteligibles, animando al que bailaba. Los genoveses deberían ser, sin duda, unos tipos que había en el fondo de la estancia, en una especie de reservado; sus maneras y ropajes les delataban fácilmente.



Ella estaba sentada en un ricón, sola y como queriendo participar de la alegría de los parroquianos, pero sin atreverse, en primer lugar por su condición de mujer y en segundo, por ser extranjera. Tenía los ojos del color del cielo en los días claros de inviermo y el pelo como el maíz maduro. Si pudiérais verla, no dudaríais en afirmar conmigo que ni la más hermosa efigie de una emperatriz, grabada en la más rica medalla del más precioso metal y por el mejor orfebre del mundo, alcanzaría tal belleza y finura de facciones. Pensé que sería belga u holandesa -flamenca al fin-por sus facciones, pero muy bien podría ser de cualquier otro país nórdico o germano.Yo la observaba ensimismado, como el que mira a una diosa, cuando su mirada se cruzó fugazmente con la mía; una sonrisa se le escapó que me hizo levantarme y acercarme hasta ella. No pude resistirme: tomé mi jarra y avancé derecho hacia su mesa, sorteando banquetas y gente sin llegar a tropezar con ninguno, tal era la determinación y seguridad que me asistían.
Ella me invitó a sentarme con un gesto, y hasta creo que se ruborizó un tanto. Hice una pequeña reverencia de agradecimiento y tomé asiento. Nos mirábamos fijamente, profundizando el uno en el otro al tiempo que tomábamos pequeños sorbos de nuestras bebidas, cortos para no interrumpir tan emocionante momento. Tras unos instantes así, yo le tomé la mano, pequeña y de delgados dedos, casi la mano de una niña, y, con delicadeza y sumo cuidado, se la besé.

Al amanecer, mis hombres me esperaban a bordo del Huracán desde la tarde/noche anterior. Al verme enredado en asuntos de faldas, pagaron la consumición y se fueron de regreso al barco sin despedirse. Me sabía mal; yo, su capitán, les había dejado por una mujer, cuando todos habíamos desembarcado juntos con un mismo objetivo y, por tanto, juntos deberíamos haber vuelto. Al embarcar, todos me estaban aguardando en cubierta, expectantes y silenciosos, deseosos de que les explicara algo sobre el cargamento de Sherry. Los miré con ternura, la ternura que produce el haber pasado la noche con una hermosa mujer a la que, probablemente, jamás volvería a ver. Mi tripulación, los más fieles... ¡Levad el ancla! ¡Timonel, a la maniobra! ¡desplegad velas! ¡vamos, atajo de gandules, u os haré cocer en vino de Galiza ...!.
Cádiz se fue quedando atrás. Desde mi camarote podía distiguir las torres de vigía y la cúpula de la catedral sobre la abigarrada tejadesca. El día era gris y nuboso, triste para hacerse a la mar. Alguien tocó a la puerta; era mi segundo, Peter O'Teo ":
- Capitán, los hombres están algo inquietos; preguntan por el cargamento de Sherry y el por qué de haber abandonado puerto sin saber los motivos.
- Pete, viejo amigo, siéntate y toma un trago conmigo. Anoche recogí toda la información que necesitábamos para realizar el abordaje con éxito: la hora en que el mercante zarparía, su carga exacta y el valor de ésta en el mercado. Incluso tuve acceso a los documentos y contratos de la transacción.
- entonces, capitán, ¿por qué hemos levado anclas y zarpado, en vez de planear el momento del abordaje? o ¿es que acaso tenéis pensada ya alguna estratagema ?
- no, mi fiel Pete. No abordaremos ningún mercante.¿Recuerdas a la mujer de la taberna?
- por supuesto, capitán: yo también me hubiese enamorado de ella perdidamente.
- la mercancía era suya ¡por todas las pirañas del Orinoco!... ¡fetch aft the rum, leches!



*actualmente, el paseo del Parque Genovés.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Jim "Crazy Virginian"(El mejor pirata del mundo)




Pirata callejero, nunca pudo por ello abordar nigún bajel, aunque tampoco se le puede acusar de robo, si exceptuamos el que ha prodigado con más éxito: el de su propio tesoro. Y pensándolo mejor, ni siquiera se le puede llamar robo a eso, más bien le llamaría derroche. Un derroche generoso y nada discriminador. Pero derrochar, ya sabemos, es costumbre extendida entre piratas. El único barco que capitaneó, jamás fue botado a la mar y, por lo tanto, jamás tuvo nombre. Nació tierra adentro, entre viñedos, y la vista del océano le producía la sensación de estar contemplando a "una bella mujer dormida, con el alma misteriosa y profunda"y solía continuar diciendo, "el mejor momento para hablar con ella a solas es cuando yace, pero también es el más peligroso: si se despierta de mal humor, ruge, se encrespa e intenta hacerte zozobrar, para terminar tragándote o haciéndote naufragar".
Aunque cometió incontables asaltos indiscriminados por casi todas las tabernas de la zona, nunca dejó de pagar, salvo en aquellas ocasiones en que la imbecilidad supina del tabernero así lo demandó. Es ya famosa la historia que circula acerca de su abordaje a "The Tawn's", taberna flotante regentada por Alphonse Tawn "El Fraile" y sus hermanos. Peter O'Teo, otro prestigioso bucanero de origen irlandés, retirado del pirateo poco después y que ahora se dedica a la jardinería, le acompañaba y fue parte activa en el abordaje a la citada taberna. Amigo de sus amigos y de sus enemigos, con los que solía empezar cabreándose para terminar cachondeándose, nunca negó el refugio a alguien necesitado (incluso a algunos reclamados por la horca, sin importarle si su prestigio quedaba en entredicho por ello o si él mismo se veía acusado de complicidad). Cuentan que en su juventud había viajado mucho, y que en uno de esos viajes probó sustancias alucinógenas, incluso antes de que el comercio del opio con las Indias Orientales y China comenzase a tomar auge. Al parecer, hábil conversador y con gran facilidad para los idiomas, se entendía con unos moros, antiguos piratas de Berbería, que comerciaban desde el norte de Africa con Gibraltar y que portaban esas sustancias camufladas entre las especias y colorantes con los que traficaban legalmente. Aunque no se cuidaba nada físicamente, no perdía un cierto aire infantil, desconcertante a veces. Increíblemente para el aspecto tan poco deteriorado que presentaba, bebía más que el mismísimo Morgan y Flint juntos, aparte el uso de las ya mencionadas sustancias exóticas (algunas de ellas, altamente tóxicas, por lo que aún resultaba más asombrosa su agilidad física y mental, teniendo en cuenta los excesos cometidos a lo largo de más de treinta años de piratería). Poseedor de vastos conocimientos, inhabituales en este tipo de Caballeros de Fortuna*, podía pasarse horas y horas hablando de miles de temas diferentes, salpicando la conversación (monólogo a veces) con un montón de anécdotas y toques humorísticos de todo tipo, muchos de hornada propia y otros tantos recogidos del pueblo durante años, haciendo gala de una prodigiosa memoria. Con gran capacidad inventiva, era capaz de hacer una poesía en un minuto o imaginarse la calamidad más imponente. No necesitó nunca brújula: le bastaba echar un vistazo al mapa para llegar a algún lugar y, una vez allí, jamás se perdía, a pesar de no haberlo pisado antes en su vida.
Fue por una mujer lo de su apodo "Crazy". Se enamoró de ella en un puerto del sur, donde la sal y el sol. Ella no le quería, sólo se fue con él por vivir una corta aventura, aburrida seguramente de su vida monótona y plana a la que pronto volvió, procurando borrar cualquier tipo de pista que pudiera relacionarla con el pirata, tras haberle jurado (falsamente) amor eterno a Jim "Crazy Virginian". A partir de entonces, se le veía vagar solitario, dando camballadas, algo extraño en él, acostumbrado a beberse la ración de toda la tripulación sin el menor pestañeo. Hablaba solo en voz alta, palabras ininteligibles, inconexas, maldiciones al cielo... inopinadamente, paraba de forma repentina y gemía o canturreaba, para terminar llorando como un chiquillo. Después se secaba las lágrimas y, como si se le hubiese regenerado la sangre, comenzaba a reir y a insultarse cómicamente a sí mismo, diciendo frases como "¿seré carajote, mira que llorar por una menda?" y cosas por el estilo. Tan pronto reía como lloraba o clamaba a los dioses -o a los demonios-; o bromeaba acerca de la muerte sin el menor atisbo de respeto o temor hacia ella.
Poco a poco se fue apagando su lucidez mental, hecho por el que era admirado, incluso por los que le temían u odiaban, y querido por los que bien le conocían. Él, que siempre había sido el primero en coger el acordeón y animar las largas veladas en los dias de temporal, ahora era incapaz de sonreir, de conversar, de vivir como siempre había vivido. Una sombra de sí mismo.
La última vez que lo ví fue en su refugio de Virginia Point, tumbado en una especie de chaise longue, fumando una larga pipa de hierbas tropicales y con media arroba de ron en el suelo. Apenas podía moverse, pelo enmarañado, barba de varios días y olor a mucho más tiempo sin cambiarse de ropa. Estuve intentando charlar de algo congruente con él, pero fue imposible, tan lamentable era su estado. De vez en cuando cogía un papel de la mesa de al lado, un papel donde había escrito lo que, según él, eran "letras moras", y se lo ponía en el pecho, en el lado del corazón, apretándolo, mientras la respiración se le aceleraba hasta convertirse en una especie de jadeo, en un largo suspiro entrecortado únicamente por la necesidad automática de tomar aire. Le pregunté por el significado de aquellas letras, puesto que yo ignoraba el árabe: -"El nombre de mi amada es el nombre de una flor"-me contestó dibujando una mueca parecida a una sonrisa, pero propia de un lunático-. "¿Lo ves? Aquí lo pone: mira, mira; yo mismo lo escribí"-y me enseñaba el escrito como si yo supiera leerlo; para mí era sólo un papel con un garabato grande y otros más pequeños, sin sentido alguno-. "Sí, es un nombre muy bonito"-le dije, al tiempo que comencé a retirarme para despedirme, conmovido por ver a alguien a quien conocí tal y como lo conocí y a quien ahora casi no conocía- "un nombre muy bonito de mujer".


* Así es como gustaban de autodenominarse los piratas (nota de Darby McGraw,el escribiente lechuguino).


P.D.
Ya fuera, cuando me alejaba del lugar, le oí decir en voz alta "¡ella me quiere ¿sabes?! ¡Está loca por mí!" La carcajada con la que siguió, terminó en un aullido largo y doloroso, el lamento propio de un animal herido...

Al amigo que conocí un día y espero seguir conociendo por mucho tiempo.

(Te dije que te dedicaría una entrada, pero que primero pasaría a verte: cuídate, tío ¡por la oreja embalsamada de Jenkins! Y no caves más hondo, el tesoro ha volado. Guarda el recuerdo de lo bueno que un día disfrutaste.)



jueves, 25 de septiembre de 2008

La oreja de Jenkins



En 1739 Gran Bretaña entró en guerra, tras un período de paz de casi un cuarto de siglo, dando paso a otro de casi 75 años de contínuos conflictos. El comienzo de este turbulento período fue motivado por algo tan insignificante como puede ser una oreja (bueno, para el dueño de tan taurino apéndice a lo mejor no, pero como para empezar una guerra, parece que no es).
Robert Jenkins (¿?-1745) era un marino inglés, metido a contrabandista -que no pirata- en aguas caribeñas. En 1731, capitaneando el Rebecca, fue interceptado por un guardacostas español al mando del capitán Julio León Fandiño. Fandiño acusó a Jenkins de dedicarse a la piratería y éste se defendió argumentando que sus mercancias no eran robadas, que había pagado por ellas. Sin atender a estos argumentos, Fandiño ordenó confiscar la mercancía, a lo que el contrabandista trató de oponerse por la fuerza, al tiempo que reclamaba su pertenencia para el rey de Inglaterra, resultando herido por el propio capitán español, quien le cortó una oreja de un sablazo. Según las propias palabras de Jenkins, el español, al cortarle la oreja le dijo "ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".
Cuando Jenkins regresó, presentó una reclamación ante el mismísimo Jorge II, refrendada por un documento firmado y sellado por el gobernador británico de las Indias Occidentales, donde se afirmaba la veracidad de su historia. Al principio no se le dió importancia al incidente; sin embargo, años después, en 1738, Jenkins fue llamado ante la Cámara de los Comunes, donde testificó con todo lujo de detalles, incluído el mostrar una oreja amputada, según él la suya propia disecada(1).


El primer ministro, Walpole(2), presionado por la oposición y la opinión publica, consideró que era un caso grave de ofensa al honor nacional, un claro casus belli. Se decidió entonces enviar tropas a las colonias americanas y una escuadra a Gibraltar, al mando del almirante Haddock, ante lo cual España reaccionó inmediatamente. Walpole consiguió frenar las hostilidades firmando el Convenio del Pardo (enero 1739) con España, pero el Parlamento Británico lo rechazó -apoyado decididamente por la Compañía de los Mares del Sur- , debido a las condiciones de desventaja para Inglaterra y a no estar de acuerdo en el pago de compensaciones mutuas. Por su parte, el rey de España, Felipe V, se negaba a pagar su parte de dichas compensaciones antes de que lo hiciera Inglaterra. Esto provocó que Inglaterra retirara el "Derecho de Visitación" a lo que España respondió retirando el "Derecho de Asiento"y el "Navío de Permiso"(3), confiscando todos los barcos ingleses que en ese momento estuviesen anclados en puertos españoles, tanto de la metrópoli como de las colonias. Ante este hecho, Gran Bretaña retiró a su embajador en Madrid y, en octubre, declaró oficilamente la guerra a España, guerra conocida en los anales británicos como War of Jenkins' Ear (Guerra de la Oreja de Jenkins). Esta guerra, que duraría desde 1739 a 1748, quedó englobada a partir de 1742, como una ramificación más de la Guerra de Sucesión Austriaca.

El primer incidente serio se produjo en noviembre de 1739, con la toma y destrucción de Puerto Bello -actual Portobelo, en Panamá- a cargo del almirante Edward Vermon. Este lugar era un importante centro de exportación de plata en el Virreinato de Nueva Granada y la victoria se acogió en la metrópoli como algo extraordinario, dado el poderío español. La prensa magnificó el hecho y satirizó contra dicho poderío(4).
Tras esta inesperada victoria inglesa, se planeó invadir Cuba, pero Vermon decidió entonces que era mejor atacar Cartagena de Indias, el puerto más importante del Virreinato y punto principal de partida de la Flota de Indias hacia la Península(5). La flota inglesa reunió en Jamaica (1741) el contingente mayor visto hasta entonces en hombres y barcos: 186 naves (la Armada Invencible de Felipe II tenía 126) con 2.600 piezas artilleras y más de 27.000 hombres (10.000 soldados para el desembarco, 12.600 marineros, 1.000 macheteros esclavos jamaicanos y 4.000 voluntarios de la colonia de Virginia al mando de Lawrence Washington(6)).


La defensa de la plaza estaba a cargo de Blas de Lezo, experimentado marino que había demostrado su valía en la Guerra de Sucesión Española y en bastantes acciones contra los piratas en el Caribe y Argelia, pero en inferioridad total de barcos y hombres: una flotilla de 6 naves (que, tras realizar algunas acciones, fueron hundidas a drede por Lezo en la bocana del puerto, para evitar el paso a los ingleses) y una tropa de 3.000 hombres, soldados y milicia urbana, a los que se unieron 600 arqueros indios venidos del interior.



Tras un primer desembarco, toma de bastiones aledaños a la ciudad por los ingleses y retirada de los españoles hasta la fortaleza de S. Felipe de Barajas, donde se reorganizaron, Vermon creyó la victoria prácticamente conseguida, por lo que mandó un mensaje a Jamaica asegurando que los objetivos se habían cumplido(7). Sin embargo, el posterior asalto a S. Felipe fue un desastre, convirtiéndose en una carnicería donde 6.000 ingleses perdieron la vida, mientras que los españoles sufrieron menos de 1.000 bajas en toda la campaña. Vermon se vió obligado a regresar a Jamaica, dándose el caso de tener que hundir varios barcos, vacíos a causa de las bajas. La mayor operación de la Navy se había saldado con la mayor derrota de su historia.

Monumento a Blas de Lezo en Cartagena de Indias.

Al ver que Nueva Granada no estaba tan mal defendida como se pensó en un principio, se retomó la idea de invadir Cuba. Vermón partió de Jamaica en dirección a Santiago, pero ante el informe de que una importante guarnición custodiaba la ciudad, se desvió hacia la bahía de Guantánamo, donde, al mando del general Wentworth desembarcaron 3.400 soldados, entre los que iban los supervivientes virginianos de Washington. En principio avanzaron hacia Guantánamo (ciudad) sin muchas dificultades, pero las enfermedades tropicales empezaron a diezmar a la tropa, que se vió obligada a reembarcar sin poder establecer una base desde la que dirigir posteriores operaciones. La empresa de Cuba fue abandonada definitivamente(8), aunque la flota de Vermon permaneció bloqueando el puerto de Santiago durante más de un mes.
En Norteamérica, el principal teatro de operaciones fue Georgia, gobernada entonces por Oglethorpe (ver entrada sobre Flint, 19/09/2008) quien ordenó la invasión de Florida, con el asedio al fortín de S. Agustín que resistió bien, desmoralizando a los asediantes, quienes optaron por levantar el sitio y volver a sus bases de origen. Hubo un porterior contraataque español, pero sus consecuencias fueron de escasa entidad(9).
Hubo también un intento de atacar las posesiones españolas en el pacífico, con Filipinas como principal objetivo, pero una escuadra inglesa que salió desde Bristol rumbo al cabo de Hornos, pasó por innumerables calamidades y sólo consiguió capturar un barco español(10).

Aunque la guerra llegó a un punto muerto en 1742, debido a la participación en bandos rivales en la Guerra de Sucesión Austriaca por parte de España y Gran Bretaña, no se detuvo hasta 1748, con el Tratado de Aquisgrán.
La derrota británica en esta guerra, aseguró la superioridad española en la zona del caribe y América Central hasta finales del XVIII. Probablemente, si el resultado hubiese sido otro, el mapa político de esta región sería hoy muy diferente.
Y todo por la oreja de un contrabandista, a quien, en compesación, se le dió el mando de un barco de la Compañía de Indias Occidentales, llegando a ser supervisor de la compañía y, más tarde, gobernador de la isla de Sta. Helena(1741-42). La oreja de Bob Jenkins.


Notas:

(1) El incidente solo fue una excusa para declarar la guerra, puesto que los problemas entre ambos países venían de atrás (Tratado de Utrech, Gibraltar y Menorca, piratería inglesa contra la Flota de Indias, que se remontaba a los tiempos de Drake -1585 aprox.- etc.) con roces contínuos por la hegemonía comercial en las colonias americanas. La oreja que Jenkins mostró, probablemente no le pertenecía, pues corría el rumor de que Fandiño había puesto el apéndice en la picota, a modo de advertencia para otros piratas.
(2) Robert Walpole fue elegido primer ministro en 1721, siendo rey Jorge I, quien fallece en 1727; continuó siéndolo con Jorge II hasta 1742. Pertenecía al partido whig (Partido Liberal) y había intentado evitar una guerra contra España por todos los medios, sabedor de la inferioridad británica ante tan potente enemigo. La situación con respecto a España no contentaba a la opinión pública, hostigada por la oposición torie (conservadores) y por una facción de los propios whigs, descontentos ante la política exterior de su máximo representante. Aunque el incidente había ocurrido años antes, la oposición procuró que Jenkins compareciera ante el Parlamento y presionó para que la guerra se declarase.
(3) Derecho de Visitación: en el Tratado de Sevilla (1729) entre las dos naciones, se contemplaba que Gibraltar y Mahón seguirían en manos inglesas, pero que los barcos españoles necesitados de refugio, reparaciones u otro tipo de maniobra, podían hacer uso de dichos puertos, permitiéndoseles comerciar hasta una cierta cantidad de mercancias.
Derecho de Asiento: al haber apoyado Inglaterra la causa de Felipe V en la Guerra de Sucesión Española, recibió en compensación el monopolio del comercio (asiento) en ciertos territorios de ultramar españoles.
Navío de Permiso : aceptado por el Tratado de Utrech, la corona española daba permiso a un barco, hasta un máximo de 500 toneladas, a comerciar una vez al año con las colonias españolas. Esta práctica dió lugar a un descarado extraperlo por parte de los ingleses, quienes adquirían género en alta mar a contrabandistas, corsarios y bucaneros y volvían a puerto para un intercambio ventajoso.
(4) Por esas fechas, la prensa en Inglaterra era algo incipiente y encontró en la exageración un aliado poderoso para atraer clientes. Incluso se acuñaron medallas conmemorativas. Como dato, decir que en una cena homenaje que Jorge II dió en honor a Vermon, se presentó el himno God Save the King, que hasta nuestros días sigue siendo el oficial del Reino Unido. La famosa calle londinense de Portobello Road tomó el nombre de una antigua granja, Portobello Farm, bautizada así en recuerdo de la batalla.


(5) La Flota de Indias era "el mecanismo de funcionamiento del monopolio comercial español con América y constituyó la esencia de la denominada Carrera de Indias, que englobaba todo el comercio y la navegación de España con sus colonias". (Manuel Lucena)
Desde el Descubrimiento los barcos españoles se habían visto hostigados por los piratas franceses y, sobre todo, ingleses. La idea era formar un convoy con las carracas (mercantes) y que fuese escoltado por galeones fuertemente armados. Se formaron para ello dos flotas que salían anualmente de Sevilla*, una con destino a Veracruz (Virreinato de Nueva España, hoy México) y otra a Cartagena de Indias (Colombia, Virr. de Nueva Granada) y Nombre de Dios y Puerto Bello (Panamá, Virr. del Perú hasta 1739 y, a partir de entonces, asignado a N. Granada). A la vuelta , ambas flotas se reunían en la Habana y regresaban juntas a España. La Flota portaba el Quinto Real, un impuesto del 20% de todos los metales preciosos y mercancias de particulares. Posteriores descubrimientos parecen demostrar que las cantidades de metales que muchos mercantes portaban, eran bastante mayores de las declaradas en el Archivo de Indias, intentando evitar pagar el impuesto de la mayor cantidad posible de ellas. A su vez, desde América -en especial desde Acapulco- salía otra flota con destino a Filipinas, donde se comerciaba la plata mexicana con los chinos. Esta flota fue conocida como Galeón de Manila.
* A partir de 1717, desde Cádiz, donde se tranladaron el Archivo y la Casa de Contratación.
(6) Lawrence Washington, hermanastro del que sería padre de la independencia de los Estados Unidos, George Washington. Eran hermanos de padre, el cual murió siendo George de sólo 14 años. Lawrence, el hijo mayor, asumió la figura paterna en la familia. Una finca que poseía en Virginia, fue bautizada como Mount Vermon.
(7) El informe fue reenviado a Londres, donde las celebraciones fueron aún mayores que cuando Puerto Bello, acuñándose también medallas conmemorativas, en las que aparecía Lezo arrodillado ante Vermon y la leyenda "el orgullo español humillado por Vermon". Se da la circunstancia de que Blas de Lezo en aquella época, tenía varias heridas antiguas de guerra y amputaciones (era tuerto, cojo y tenía una mano impedida; se le apodaba "El Mediohombre") pero no se divulgó nada de ello para no dar la impresión de haber derrotado a un enemigo débil.


(8) Hubo otro incidente entre el contraalmirante Knowles y una escuadra de la Flota de Indias comandada por Andrés Reggio y Benito Spínola en el canal de las Bahamas, en 1748. A pesar de la superioridad de la flota inglesa, ésta sólo produjo daños leves a los españoles, que regresaron a la Habana. Knowles mandó un informe a Londres diciendo que la Flota de Indias era vulnerable y que se disponía a atcarla. Como contestación recibió una bronca, pues España y Gran Bretaña acababan de firmar la paz.

(9) El gobernador español de Florida, Manuel de Montiano dirigió un ataque contra la isla de Saint Simons (frente a Brunswick, Georgia) defendida por dos fuertes. Los españoles se apoderaron de uno de ellos y, tras varias peripecias, Oglethorpe decidió usar un ardid: dejó que un prisionero español oyese noticias sobre un importante contingente inglés de tropas de refuerzo que venían en camino y lo dejó escapar. Montiano, al oir al prisionero -falsamente- fugado, decidió destruir el fuerte y abandonar el lugar. Esta victoria fue exagerada también en la metrópoli, diciendo que habían muerto más de 50 españoles, por lo que se bautizó el evento como Bloody Marsh. En Georgia, actualmente, se conmemora la fecha como "el día que Georgia evitó ser español".
(10) La escuadra estaba comandada por George Anson y su intención era atacar a los españoles en el Pacífico. Partió en 1740 y al llegar al cabo de Hornos, una tormenta destruyó un barco y averió seriamente a otros dos, que hubieron de retornar. En 1741, le quedaban tres naves y la tripulación inicial se veía reducida a un tercio, sobre todo a cusa de las enfermedades. No obstante, puso rumbo a Macao con intención de capturar el Galeón de Manila. Tras varios incidentes, llega a capturar al galeón Ntra. Sra. de Covadonga en 1743, volviendo a Inglaterra por el Cabo de Buena Esperanza. Tras años de navegación penosa, terminó siendo un hombre rico gracias a ese apresamiento.

lunes, 22 de septiembre de 2008

"El Inmortal Hawke"

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Sir Edward Hawke (1705-1781),1 Barón de Hawke, Knight of the Bath (Caballero del Baño)(1) londinenese de nacimiento y oficial de la Royal Navy, en la que se enrola en 1720. Entra en combate por primera vez, como capitán de navío -el Berwick-, en 1744, en la Batalla de Tolón o Batalla de Cabo Sicié(2), en la que abandona la línea y persigue a la nao capitana de la flota española, el Poder -único barco de la armada hispano/francesa que fue capturado- por lo que el almirante Thomas Mathews le degradó, ya que había roto la formación. El rey Jorge II le restauró el grado, pues consideró culpable de la derrota a Mathews y admirable el comportamiento de Hawke. En 1747 es ascendido a contralmirante -cargo de la Armada, inmediatamente superior al de capitán de navío- de la flota del Canal, durante la Guerra Austriaca de Sucesión (1740-1748). Durante ese mismo año captura seis navíos de un escuadrón francés en el golfo de Vizcaya, durante la segunda batalla de Cabo Finisterre(3).En 1756, durante la Guerra de los Siete Años(4), Hawke reemplaza al almirante John Byng como comandante en jefe de la flota del Mediterráneo, al haberse retirado éste de Menorca, hecho que causó gran indignación en Gran Bretaña. Byng fue juzgado en consejo de guerra y condenado por una corte marcial, puesto que los artículos del código militar habían sido reformados recientemente y se consideraba alta traición el no hacer el máximo posible contra el enmigo, ya fuera en batalla, ya en su persucución.

Bloqueó Rochefort en 1757 y dirigió el bloqueo de Brest(5) al año siguiente, bloqueo que duró 6 meses, hasta que una tormenta desvió sus barcos y la flota francesa, al mando de Hubert de Brienne, Conde de Comflang, aprovechó la ocasión para abandonar el puerto. La noticia de que los franceses habían puesto rumbo a tierras inglesas se extendió entre la población, haciendo cundir el pánico (en realidad, de forma injustificada), por lo que Hawke es retirado del cargo. En 1758 se le ordena participar en una serie de operaciones combinadas al mando de un escuadrón, por lo que Hawke se enemista con el Almirantazgo, ya que lo considera una falta de respeto hacia su persona y rango. Meses después decide darse de baja, alegando razones de salud, hasta que, en 1759 ("the wonderful year" en la canción de David Garrick(6)) vuelve a comandar una flota. Su primera acción es perseguir a la flota francesa, al mando de Brienne, el mismo que se le había escapado en Brest, a la que encuentra en la Bahía de Quiberon


(cerca de St. Nazaire, Francia) donde libran batalla, resultando Hawke vencedor, hundiendo o rindiendo a la mayoría y obligando a huir a los pocos barcos enemigos que quedaron capaces de navegar. A partir de aquí, la Armada francesa perdió toda su credibilidad. Curiosamente, los ingleses sufrieron una gran escasez de alimentos, hecho que recogen estas líneas de un tema popular:

"Ere Hawke did bang / Mounseer Conflang / You sent us beef and beer; / Now Mounseer's beat / We've nought to eat, / Since you have nought to fear."

(Antes de que Hawke disparara a Monsieur Conflang, nos mandábais carne y cerveza; Ahora que Monsieur se rinde, no tenemos nada que comer, mientras vosotros no tenéis nada que temer)

Esta gran victoria, unida a la de Edward Boscawen frente a las costas portuguesas de Lagoa, deshizo la amenaza de invasión francesa. A partir de entonces se le empezó a apodar con el sobrenombre de Inmortal, puesto que la flota francesa era una de las más potentes del mundo y el haber destrozado tan importante arma de guerra al tradicional enemigo vecino, se consideró una proeza propia de héroes.
Tras estas acciones, se retira del servicio activo y más tarde, en 1765, se le concede el rango honorario de Vicealmirante de Gran Bretaña. Un año después, en 1766, se le da el cargo de Primer Lord del Almirantazgo, cargo que desempeñó hasta 1771, año en el que se retiró definitivamente de todo servicio. Su sucesor en el cargo sería el Conde de Sandwich. En 1776 fue nombrado Barón de Hawke.

Escudo del barón de Hawke

R.L. Stevensson nos sitúa en la época de la búsqueda del tesoro con un dato: John Long Silver había perdido su pierna en la batalla de Tolón, sirviendo como contramaestre de Hawke en el Berwick. La alusión concuerda con la leyenda de las correrías del Capitán Flint, quien no pudo llegar a Savannah antes de 1733 ni después de 1751 por razones históricas obvias (ver notas en la entrada sobre Flint). También concuerda con la anécdota del cirujano de la Navy que le amputó la pierna ante el peligro de gangrena. De este mismo cirujano se cuenta que había estado enrolado con Bart Roberts (ver en este blog "Bart Roberts: Epílogo y notas") y que fue condenado a la horca con el resto de su tripulación, pero que le libró su condición de médico, aunque, a cambio, tuvo que trabajar para la Navy, por lo que El Largo sentía mal humor (si lo hubiesen ahorcado entonces, no le habría cortado la pierna). Tras haber repasado la biografía de Hawke, comprendemos mejor la respetabilidad alcanzada por Silver, puesto que el haber servido a las órdenes de tan insigne personaje y haber perdido su pierna en batalla, tapaba cualquier duda sobre su honradez.

Notas:
(1) La Muy Honorable Orden del Baño se fundó en 1725 por el rey Jorge I. El nombre proviene del ritual para ser nombrado caballero en la Edad Media, que incluía un baño purificador.Es la cuarta orden británica de caballería en antigüedad.
(2) En esta batalla, un convoy español al mando de Don Juan José Navarro, derrotó a la flota británica del Mediterráneo, que lo atacó a las órdenes del almirante Thomas Mathews. Una flota de 15 barcos franceses intervino de lado del bando español, pero no intervino hasta casi terminada la batalla. Los ingleses se mantenían a la zaga de ambas formaciones, en prevención de que los tres países (Francia y España por un lado e Inglaterra por el otro) tomaran parte en la inminente Guerra de Sucesión Austriaca. La flota inglesa contaba con 30 buques y la franco-española con 27. Los ingleses maniobraron mal y sufrieron grandes daños de parte de los españoles, siendo después totalmente desbordados por los franceses, que habían roto la línea inglesa por sorpresa. La flota inglesa se batió en retirada hacia Italia. El vicealmirante de Mathews, Richard Lestock, pidió un consejo de guerra para muchos oficiales, incuído su comandante, que fue depuesto de su cargo en la Royal Navy.



(3) La Primera Batalla de Finisterre se produjo en Mayo de 1747, una flota inglesa atacó a la francesa que navegaba en convoy. La segunda se produjo meses después, en Octubre de ese mismo año. También se atacó a un convoy francés que incluía barcos mercantes, con dirección a las colonias de las Indias Occidentales. Mientras los buques de guerra se enzarzaban en la batalla, los mercantes continuaron su travesía hacia América, escoltados por dos de aquellos, aunque una vez allí, fueron capturados. El gobierno francés se convenció de una vez por todas de su inferioridad en el mar y dejó de hacer esfuerzos para romper el bloqueo inglés por este medio.
(4) Esta guerra (1756-1763) involucró a las principales potencias Europeas del momento, incluyendo a sus colonias. Al terminar, Francia había dejado de ser el mayor poder colonial de América, en beneficio de Gran Bretaña, que emergió en su lugar y comenzó su papel de nación dominante en el mundo. La Armada francesa fue prácticamente desmantelada y sólo un ambicioso plan de reconstrucción y en combinación con la Armada española, podría devolverle el dominio de los mares, ahora bajo el control absoluto de la Royal Navy.
(5) El bloqueo naval británico de Francia se ha producido en varias ocasiones a lo largo de la historia y por diferentes motivos, aunque siempre con la guerra como fondo, claro está. En esta ocasión ambas naciones estaban envueltas en la Guerra de los Siete Años. El famoso ministro de finanzas de Luis XIV, Jean-Baptiste Colbert, había elgido a Rochefort como "refugio, defensa y suministro" de la Armada francesa, en 1665. El puerto fue fortificado por el Comisario de Fortificaciones de Luis XIV, Vauban, entre 1666 y 1669. Por esta razón y debido a que poseía un importante arsenal, fue objetivo militar y el motivo de su bloqueo por parte de Gran Bretaña. El caso de Brest es similar, pues también fue Colbert quien decidió fortificarlo y también Vauban el encargado de dirigir las obras, entre 1680 y 1688. Durante el siglo XVIII continuaron ampliándose las fortificaciones.

(6) David Garrick (1717-1779) fue un famoso actor y productor inglés de teatro. Había nacido en Francia dentro de una familia protestante que se había asentado en Inglaterra ante la Revocación del Edicto de Nantes* y que, al parecer, se apellidaba en origen Garric o Garrique. Se especializó en personajes de Shakespeare, representando y añadiendo él mismo algunos diálogos al original, siendo muy famosas sus adaptaciones de Macbeth y Hamlet. Es el autor de la letra de la Marcha Oficial de la Royal Navy "Heart of Oak"(corazón de roble). La frase "the wonderful year" del texto del himno, hace referencia al período de 1759 a 1760, cuando la Navy resultó vencedora en varias batallas navales importantes, destacando las de Tolón, Quebec, Quiberon y Wandiwash (India). Este personaje merece un capítulo aparte, pero no en este blog, creo, pues su principal actividad está vinculada al teatro y la literatura.

*El Edicto de Nantes fue promulgado por Enrique IV de Francia en 1598, permitiendo la libertad de culto. En 1660 Luis XIV inicia una política de conversión al catolicismo por todo su reino, aunque no de manera oficial, política que se ve definitivamente revestida de oficialidad por el acto de Revocación del edicto de Nantes por parte del rey (1685) y refrendado por su canciller, Le Tellier.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Calico Jack (Jack Rackham)

Jack (bautizado John) Rackham (1682- 1720), apodado Calico Jack por vestir ropajes de calicó(1) y conocido principalmente por dos hechos : uno, ser el autor de una de las banderas piratas más famosas (sobre todo a raíz de la reciente producción de Hollywood, Piratas del Caribe)(2); y dos por haber tenido relaciones con las dos mujeres piratas más famosas de la historia, enroladas en su tripulación, Anne Bonny y Mary Read(3). Pero echemos un vistazo a sus andanzas.
Comenzó siendo contramaestre en el Treasure, el barco del pirata Charles Vane, un colega de Barbanegra. En cierta ocasión que la tripulación avistó un barco francés y propuso a Vane su abordaje, éste rehusó a ello y se produjo un motín que acabó con Rackham como capitán, elegido por unanimidad. Vane y algunos de sus seguidores fueron obligados a bandonar el barco en una barcaza.
En cierta ocasión que se produjo una oferta de indulto general por parte de la corona, la aceptó y arribó en Nueva Providencia (Bahamas), donde se enamoró de una mujer casada, Anne Bonny, en la que invirtió muchas de las ganacias obtenidas con su pillaje. La relación pronto se hizo pública y el gobernador propuso azotar a Anne en castigo por su adulterio. Antes de dejar que la capturasen, planearon escapar juntos reuniendo alguna tripulación y robando un navío(4). Sabiendo el concepto que se tenía entre los piratas sobre el hecho de subir mujeres a bordo (gafe aparte, muerte para el promotor) Anne tomó la personalidad de un hombre, Adam Bonny, participando en numerosos abordajes como uno más. En uno de ellos atacaron un mercante donde viajaba Mary Read, quien se hacía pasar por un hombre, siendo reclutada por los piratas. La verdadera identidad de Mary no se descubrió hasta más tarde, pero Rackham y Anne, únicos que lo sabían, mantuvieron el secreto.

Se dedicaba, sobre todo, a atacar pequeños barcos cerca de la costa, muchos de ellos pescadores y pequeños comerciantes locales, entre los que sembraba el terror. En cierta ocasión, él junto con once de sus hombres robaron la corbeta William, anclada en el puerto de Nassau (Bahamas). El gobernador Nicholas Lawes, de Jamaica, envió en su busca a un caza-recompensas, llamado Jonathan Barnet, quien encontró a Jack y a sus hombres cerca de Nigril Bay. Barnet les dice que se rindan, a lo que los piratas responden con un cañonazo y unos cuantos insultos. El barco de Barnet, mejor armado, devuelve una andanada que causa daños importantes al barco pirata, por lo que éstos deciden rendirse sin luchar. Finalmente Jack es capturado junto con su tripulación, llevándolos a Saint Jago de la Vega (hoy Spanish Town, Jamaica), donde serían juzgados y condenados. Las dos mujeres no fueron procesadas, al parecer, porque alegaron estar embarazadas.


Toda la tripulación fue condenada a morir en la horca, ejecución que se produjo al día siguiente. Se cuenta la anécdota de que Anne no quería rendirse sin luchar y que acompañó a Jack hasta el momento de su ejecución; instantes antes de ser colgado, Anne le dijo "siento verte así, pero si hubieras luchado como un hombre, no te colgarían ahora como a un perro". El cuerpo de Calico Jack fue cubierto de brea, puesto en una jaula y colgado en un islote -Dead Man Cay- a la entrada de Port Royal, como ejemplo para otros piratas. El islote es conocido hoy día como Rackham Cay.

Mary Read, Anne Bonny y Calico Jack en una ilustración actual
poco fiel a la realidad


Notas:

(1) El calicó es un tejido de algodón originario de la India, de donde toma su nombre, concretamente de Calicut (Calcuta). Generalmente, una de sus caras suele presentar profusos estampados llenos de colorines, por lo que a Calico Jack también se le llegó a nombrar como Coloured Rackham ( Rackham El Coloreado).
(2)La bandera usada por Black Pearl en el filme es exactamente una réplica de la de Calico Jack.
(3) Sobre la historia de estas dos mujeres se hablará en futuras entradas.
(4) Según otra versión, Anne habría quedado embarazada, enviándola Jack a Cuba con unos amigos para que la protegieran durante el embarazo, ya que el marido era hombre cercano al gobernador y podría tomar represalias. Jack gasta mucho dinero durante ese tiempo y decide volver a la piratería, convenciendo a Anne para que le acompañe disfrazada de hombre.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Anguila




La tormenta nos sorprendió cerca de Anguila, así que anclamos en la isla de Sandy, en una pequeña cala al refugio de los elementos... y del comandante inglés. El territorio no estaba muy poblado, pero había una considerable guarnición en el fortín británico de The Valley y quizás algún barco de su graciosa majestad en las proximidades. Ya llevábamos casi 15 días sin avistar barco alguno al que abordar y, para colmo, nuestras provisiones estaban casi agotadas, incluído el ron. Sin embargo, no nos faltaba el agua, recogida de la abundante lluvia caída en estos últimos días. La isla de Sandy estaba deshabitada y, aunque cubierta en gran parte por la vegetación propia de estas regiones subtropicales, escaseaba en árboles frutales y en animales, si exceptuamos algunas aves marinas, lagartos e insectos. De todas formas y debido a la tormenta (que por suerte no había llegado a convertirse en huracán), no teníamos mucho donde elegir: o atracar en la cala y esperar a que el temporal amainase, o arriesgarnos a ir a pique. Por fortuna, aquello no duraría mucho tiempo y en algunos días podríamos acercarnos a The Valley, eso sí, fondeando fuera del puerto para no ser detectados, pues las cabezas de varios de mis hombres tenían precio por estos lugares y al gobernador no le vendría nada mal apuntarse la captura y ahorcamiento de algunos bucaneros.


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Me la crucé bajando los escalones de la tienda de abastecimiento de Pierre, el belga tuerto. Uno de los paquetes se le cayó y fue a pararse justo en mi bota. Me agaché para recogerlo y al levantarme fue cuando me encontré con su rostro casi pegado al mío, nariz con nariz, sus labios dibujando una tenue sonrisa, su mirada obscura, grande y redonda, su largo pelo negro y liso, su piel blanca, su olor a lima y a canela... "Gracias, caballero..." Su voz sonó cristalina, pequeña, íntima.
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Mis hombres esperaban nuestra vuelta al barco con los víveres. Nuestra ley prohibe subir a bordo con mujeres y yo soy el primero que debo dar ejemplo. Nunca olvidaré sus besos, sus caricias, sus bellas palabras, su tacto inquietantemente frío; quizás, algún día, el destino quiera que volvamos a vernos y entonces pudiese ofrecerle algo mejor que una vida de piratería, llena de pendencias y borracheras, de persecución e inseguridad... si es que no me ha olvidado para entonces ¡por las pinzas de mil cangrejos venenosos! ¡Darby McGraw*, trae pa cá el ron que hoy la voy a cojé mortá! A ver si así la olvido (que no, que yo sé que es peor)


* He rebautizado al escribiente lechuguino así para poder pedirle el ron como Flint.