jueves, 6 de noviembre de 2008

Escojí ser Pirata.








He estado escuchando a Darby McGraw, el lechuguino, quien me ha estado leyendo un libro que relataba la vida y peripecias del Gran Almirante Barbarrroja a quien, aún siendo infiel, admiro como gran navegante que fue. Yo también he asaltado puertos y los he saqueado, pero mis acciones, insignificantes comparadas con las del famoso turco, no serán recordadas en los libros de historia: es por eso que a veces, con la lengua suelta por el ron, le dicto a Darby los recuerdos de mis aventuras y desventuras, de mis derivas y derrotas.

Los recuerdos más bellos que guardo son los de la infancia , cuando vivía protegido por mis padres y apartado de los peligros y tentaciones del mundo. Mi madre, de humilde condición pero piadosa y sacrificada, me enseñó a querer, a perdonar, a sacrificarme por los demás. Mi padre, hombre trabajador y recto en sus convicciones, dejó en mí la impronta de la libertad, del inconformismo y de la lucha contra la injusticia, así como también la huella indeleble de la independencia personal: un hombre debe saber salir adelante por si mismo ante cualquier situación o adversidad. Ambos inculcaron en mí los valores humanos y cristianos imprescindibles para formarme como persona y para enfretarme a una vida futura nada fácil.
Y efectivamente mis intenciones eran buenas cuando fui a la ciudad buscando mi primer trabajo, al tiempo que intentaba estudiar todo lo que pudiese sobre el arte de navegar, sobre el mar y sus secretos... Nacido tierra adentro, siempre me ilusionó la idea de poder ver el mar de cerca, montarme en un barco y surcar las aguas sin más destino que el horizonte infinito.
Viviendo solo en la ciudad, joven como era e ingenuo como buen hijo de humildes campesinos, sufrí la picaresca de los rufianes buscavidas y el desengaño propio del paso de la pubertad a la madurez. En ese momento, el mundo deja de ser ese lugar lleno de puestos de fruta coloreada atendidos por amables y límpidos mozos, ese bosque idílico con leñadores y cervatillos conviviendo en feliz albedrío, el tranquilo taller del artesano fabricando uno a uno con paciencia sus productos, las bellas y gentiles damas suspirando por amables y apuestos caballeros. No; el mundo tenía algo de eso, pero también, y quizás en más notable medida, engaños, envidia, traición, robos, asesinatos y perversiones de todo tipo. Maldad en una palabra.
Los malos gobiernos, preocupados sus miembros sólo de su enriquicimiento personal, acabaron prematuramente con la vida de mis padres, esquilmados sus recursos en arras a nuevas conquistas y descubrimientos de sustaciosos beneficios, los cuales revertían únicamente en los bolsillos de quien los organizaba, sin importarle ni el costo material ni el de vidas humanas.
La corrupción de los gobernantes, la avaricia y el ansia de poder extendidos a todas las clases de la sociedad, dando como producto seres ruines y mezquinos quienes, amparados por unas leyes que se sostienen en la fuerza de las armas, hacen y deshacen a su antojo sin tener en cuenta para nada al resto de humanos puestos bajo su mandato.

"... Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sienta mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la Libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria , la mar..."

P.S.
¡ Maldito lechuguino ! ¿quién te ha mandado poner estas estrofas que no son mías al final del dictado? Aunque , bien mirado, podrían serlo perfectamente, es más, me está empezando a caer bien el tipo que las compuso, seguramente otro lechuguino como tú Darby McGraw, fetch aft the rum, the rum y the RUM!!! ¿te enteras? ¡por las ventosas de todas las lapas!

3 comentarios:

El Ratón Tintero. dijo...

¡Cómo me gusta cuando habla este bucanero!

Dile a Tomás de mi parte que deje las historias de otros para “Descubre más”, y tú dale trabajo a lechuguino, que se puede volver muy vago de no hacer nada ;-)

Tomás Ingelmo dijo...

POr favor, un poco de respeto para el lechuguino: se llama Darby McGraw y le estoy empezando a cojer cariño.¡Por los bigotes de todos los peces gato!

El Ratón Tintero. dijo...

"Lechuguino" lo hace más cercano, en el fondo es cariñoso :-)
Darby McGraw ni Darby McGraw... anda anda :-P